martes, 11 de septiembre de 2012

El Reencuentro

Nunca me imagine que volvería a encontrarme frente a frente con Amílcar, se recuerdan del amigo de mi hermano mayor que me quería violar y que prácticamente me inicio en mi homosexualidad cuando yo tenía más o menos 14 años. Pues resulta que ahí por el año 2000, a mi esposa le dieron un dinero de indemnización y se le ocurrió que toda la familia hiciéramos un viaje a los Estados Unidos para que yo estuviera con una hermana que tenía años de no verla.

Por problemas laborales, mi esposa y mis hijos se fueron unos días antes, por lo que yo viaje solo. De forma inconsciente se me vino a la mente la imagen de Amílcar y la posibilidad de que pudiéramos vernos, pues él vivía en el mismo estado y cerca de mis hermanos.

Cuando llegué a Los Ángeles, me fueron a recibir mi esposa, hijos y mi hermana y la sorpresa fue que cuando llegamos a la casa de mi hermana, todos me estaban esperando, incluyendo Amílcar. Abrace a todos y por último a mi recordado Amílcar. Estaba panzón, algo gordo y como siempre con su característico olor a mecánico. Cuando lo abracé me susurro “espero no me hayas olvidado”; presagio de que íbamos a consumar lo que por mi temor a mi corta edad no me atreví: entregármele y ser suya.

Ese día, mis hermanos, Amílcar y yo nos pasamos de copas y de repente solo estábamos en la casa, mi esposa, mis hijos y mi hermana con su esposo y por supuesto Amílcar. De repente, también Amílcar, se comenzó a despedir de todos y yo le acompañé a tomar su vehículo, el cual lo había dejado bastante retirado y como ya era noche, recuerdo que le dije que se cuidará y se fuera directo a su apartamento. En ese momento, él me dijo que si nos íbamos a poder ver a solas para recordar viejos momentos. Le dije que si él quería, nos podríamos ver de alguna manera y que ahora a mis 40 y pico de años, si estaba dispuesto a entregármele. Por respuesta, se acercó a mí y me regalo un beso y me dijo que me iba a hablar para ponernos de acuerdo.

Hoy si tenía la seguridad de que el Reencuentro sería inevitable y mi corazón palpito fuerte y deseando que Amílcar me hiciera suya de una vez por todas.

Al día siguiente, mi hermana nos llevó a los Estudios Universal, por lo que no podía hacer mayor cosa, el segundo día, nos fuimos de paseo a varios lugares y ya para el tercer día, yo estaba desesperada por no saber nada de Amílcar. Creí que el tercer día pasaría sin mayor alarma. Para el cuarto día, yo estaba nerviosa y ocurrió lo esperado, como a las 5 de la tarde, mi hermana me pasa una llamada y me dice “hermano, te hablan”; al otro lado del teléfono estaba Amílcar y me dice que si tenía el resto de la tarde / noche disponible para salir con él, a lo cual sin saber si realmente podría le digo “claro, a qué horas pasas por mi” y me dice que en una media hora.

Le cuento a mi esposa que me acaba de llamar Amílcar para salir un rato y como ella ignora los antecedentes, me dice que está bien, que no me vaya a pasar de tragos. Me voy a la ducha y me preparó para el momento tanto tiempo esperado. Habían pasado más de 25 años sin saber de Amílcar y estaba a punto de suceder mi entrega total al hombre de mi vida. Aquél que me enseño a desear a un hombre, que me despertó mariposas en el estomago, aquél a quien debo mi inclinación sexual hacia los hombres.
Amílcar, sonó el timbre de la casa, yo acudía a abrirle y le dije que ya salía, que no valía la pena que entrara. Me despedí de mi esposa y le dije que pronto regresaría. Nos subimos al carro y una vez retirados del frente de la casa, Amílcar me tomó de la barbilla y me dijo “estas apetecible” y me regalo un beso, un beso que yo supe a gloria, lleve mi mano a su paquete y le dije, quiero que seas mío, quiero entregarme a ti, como tanto lo he deseado”, ¿adónde me vas a llevar?, le pregunté; me dijo que para no perder tiempo, iríamos a su apartamento, ya que se encontraba solo.

Me tomé la libertad de sacarle la verga e írsela acariciando, la llevaba bien parada y mantenía su grosor y sus venas bien saltadas. Llegamos al apartamento y al cerrar la puerta, me dijo que le chupara la verga, le desabroche el pantalón y se lo dejé a las rodillas, me agache y comencé a pasar mi lengua por su gran tronco. Me engullí el grande y comencé a utilizar mi boca como una vagina. Amílcar agarraba mi cabeza y me metía y sacaba la verga, hubo un momento que casi vomito porque me la metió hasta el fondo.

Al rato de estar chupando sus huevos y jugar con su verga en mi boca, me levantó y como era de esperarse, me llevó a su cama y me puso con las nalgas en la orilla. En las pocas experiencias que había tenido, nunca había tenido una verga tan gruesa como la de mi Amílcar, por lo que le dije que me tratará con cariño. Así lo hizo, primero me metió la cabeza y la dejó por unos segundos en los que mi ano se dilataba, luego comenzó con un suave mete y saca y cuando acordé, ya me la estaba dejando ir toda y sentía como sus huevos golpeaban mis nalgas.

No podía ser más hermoso, con mis piernas en sus hombros, le decía que finalmente era suya, que me pisará y gozará lo que por muchos años no pudo hacer. En mi éxtasis, le decía que quería ser siempre suya, que si me lo pedía, iba a ser su mujer por siempre. El se movía como si de verdad estuviese pisando a una mujer. Después de un buen rato de tenerme en esa posición, me dio vuelta y me dijo que me pusiera de torito. Agarró mis caderas y hoy, si de un solo me la había dejado ir, me saco un grito, pero me dijo “llorona” y le dije “dale papi, que no te importe lo que haga o diga, hazme tuya y hazme lo que tu quieras, dame nalgadas papi, te quiero sentir”. Amílcar mientras me pisaba, me daba nalgadas y cada vez más fuertes. De repente me dijo, “me voy, me voy, haaaaa, haaaa”.

Saco la verga y todo su semen cayó en mi espalda, fue divino, me paré y con mi clítoris aun dormido, me puse a masturbarme y me vine bien pronto, como siempre mi penecito, aún seguía flácido y eso me gustaba.

Nos quedamos en la cama, ambos desnudos, lo abrazaba, tocaba su pecho y él me acariciaba mis tetitas. Le pregunté si estaba satisfecho y me dijo que sí, que sabía que algún día iba a completar su obra y que al igual que a mi hermano, me haría su mujer. Yo sin reproches le dije que si en los pocos días que me quedaban iba a volver a ser suya y me dijo “claro, siempre que podamos serás mi consentida”.

Tuvimos la oportunidad de estar juntos, en dos ocasiones más y en la última, me hizo el sexo en 3 ocasiones, lo cual aún después de casi 12 años de haber sucedido, lo recuerdo como si fue ayer.

Con todo cariño para mis lectores de: Vanessa Jazmin

No hay comentarios:

Publicar un comentario