lunes, 1 de octubre de 2012

Fantasía sexual con mi compañero de trabajo se hace realidad (gay)

Todo sucedió de forma inesperada, un día nos informan de la empresa que Armando y yo teníamos que ir al DF a una convención a realizarse en el Hotel Royal Pedregal por lo que ahí mismo nos hospedaríamos durante una semana, por lo que ambos decidimos irnos un sábado y regresar el domingo, por lo que estaríamos prácticamente 8 días en un hotel de lujo 5 estrellas.

Antes de proseguir, déjenme decirles que con Armando tenemos años de ser compañeros de trabajo, es como 15 años menor que mí, de piel morena, ojos cafés, cuerpo no atlético pero bien formado, de aproximadamente 1.70 mts. de estatura. No sé si por estar en la misma área de la empresa y la proximidad de nuestros escritorios, nos ha hecho desarrollar una muy buena amistad y de paso por mi parte, admirarlo hasta llegar a desearlo, pero que nunca le había insinuado nada de mi preferencia sexual por los hombres como parte de mi intimidad, pues siempre todos mis conocidos me han considerado todo un hombre con toda las letras de la palabra.

 Así las cosas, se llegó el día en que nos fuimos a México D.F., recuerdo que tomamos un taxi y al llegar al hotel y estar chequeándonos, nos estaban asignando habitaciones individuales y tras una pequeña platica, ambos llegamos al acuerdo de que para ahorrarnos un par de dólares, lo más conveniente era tomar una habitación doble o compartida.

Ese día era mi primera satisfacción, el solo imaginarme que iba a estar en el mismo cuarto con Armando, me llenaba de alegría y pensar que podría verlo en ropa interior, me hacía palpitar mi corazón a un ritmo diferente y eso que sin saber lo que me deparaba esa estadía.

Nos dieron las llaves electrónicas (tarjetas de banda) y subimos a la tercera planta del hotel. Armando me dijo que si aprovechamos a descansar un rato para que llegada la tarde/noche haber si quería acompañarlo a tomarnos unas cervezas en algún lugar. Le dije que estaba bien, pero haber si antes el me acompañaba a comprar una ropa interior para mi esposa. Me dijo que no había problema y pues una vez desempacada nuestra ropa, cada quien se fue a la cama a tomar una siesta.

Ya a las 4 de la tarde y después de haber tomado una ligera ducha y cambiado de ropa para ponernos algo más casual, salimos a tomar un taxi, no sin antes preguntar en recepción si había algún centro comercial cerca de la zona y nos indica que sí, que a pocos kilómetros del hotel se encuentra el famoso Centro Comercial Perisur. Llegamos al centro comercial y como ya sabíamos a lo que íbamos, ligero nos ubicamos en un local de venta de ropa interior femenina y como por mi naturaleza fuera de orden, me vuelve loca la compra de dichas prendas, me compro una media docena de hilos dentales y tangas de varios colores, entre ellas unas negras, rojas, color lila y blancas, así como un par de baby doll color negro, que espero poder subir un par de fotos modelándolos. Sin ser esa mi intención, al momento de escogerlos, me percaté ya algo tarde que había cometido dos que tres aspectos que podrían interpretarse como muy femeninos. Uno de ellos es que cada prenda que escogí la había consultado con Armando si le parecía y la otra era la emoción y algunos ademanes casi femeninos al escoger la ropa y expresiones como “mira Armando, esta tanga me fascina” o “que rico se ha de sentir este hilo”. Hasta ahí yo suponía que para Armando esas cosas habían pasado desapercibidas ¿Qué equivocada estaba?. Para finalizar las compras, le dije a Armando si no había problemas en comprarle unos zapatos de plataforma a mi esposa; a lo que él me preguntó ¿y sabes su medida?, “claro, le dije, tiene mi misma medida, por lo que tendré que medírmelos” y con toda la pena del mundo, escogí unos zapatos color lila, super preciosos. Con las compras realizadas que incluía unas medias color piel (de mi tono) y un porta ligas, nos dispusimos a marcharnos.

Una vez salidos de la tienda, Armando me dice “mira, aprovechemos de ir a la zona rosa y como pasaremos por el hotel, entra en una carrera a dejar estos tus comprados, no vaya a ser que los dejes olvidados en algún lugar”, lo cual así hicimos. El taxista nos dejó en un local que era muy conocido y visitado por turistas, en donde se consumía mucha cerveza. A todo eso ya eran pasadas las 6 de la tarde, compartimos como tres horas y media y ya al calor de las cervezas, Armando me dice que siempre había deseado estar en el D.F. y entrar a los famosos “Table Dance” (donde bailan chicas desnudas en un tubo o mesa al centro del local) para saber si eran mejores que los nuestros. Le digo que si lo desea podríamos ir, y por suerte, a una cuadra de donde estábamos se encontraba uno de ellos.

Nos sentamos, no sin antes pagar el cover y el muy loco pide una botella de tequila. Lógicamente como en todo este tipo de lugares, al rato tenemos unas chicas casi desnudas en nuestra mesa y diciéndonos si las convidábamos. Yo dejo que Armando decida y pues ni modo, se sientan una a cada lado nuestro y comienzan con el toqueteo, lo cual a mi no me hace mucha gracia.

Al poco rato, le digo a la chica que está conmigo que se retire y Armando me dice “te pasa algo, te sientes mal” y yo le respondo “no, no pasa nada, sucede que no me gusta que me estén tocando mis partes”. Armando no sigue la conversación y solo atina a decirme “bueno, si no estás a gusto acá decime cuando nos vamos” y mi respuesta casi automática fue “tranquilo, cuando te aburras de ver las chicas y tocarlas”.

Seguimos tomando y ya pasadas las 12 de la noche, le digo a Armando que es hora de irnos y él evidentemente en estado de borrachera me dice “okey, ni modo, me voy porque me llevas, no porque el ambiente esta buenísimo”, yo en son de broma y sin pensar que mis palabras iban a ser tomadas en serio por Armando, le digo “mira, si tangas y nalgas quieres ver, yo te modelo la ropa que compré para mi esposa al llegar al hotel”.  No recibo ninguna respuesta de Armando, a lo que consideré que era porque lo había tomado como una broma incluso hasta de mal gusto. Siendo así, terminamos de tomarnos las copas servidas de tequila, cancelamos y tomamos un taxi.

Como a los 45 minutos ya estábamos en el hotel y subimos a la habitación. Armando abre el mini bar y agarra una cerveza y me sorprende diciéndome “vaya mamacita, hoy cumplí tu palabra de modelarme la ropa de tu mujer”, yo para disimular le digo “jajajja a poco creíste que lo iba a hacer” y la respuesta de Armando es “si no lo haces, entonces me devuelvo yo solo al antro ese”; yo de nuevo, haciéndome la difícil, le digo “estás loco vos, como vas a regresarte en ese estado que estas, solo a que te bajen irías” y me dice “Ricardo, si supieras las ganas que tengo de coger y aparte de que para serte sincero, me gustó ver como escogías la ropa para tu mujer, si se te veía una delicadeza que cualquiera pensaría que era para vos la ropa que escogías, es que tenes un gusto para las prendas femeninas, mejor que el de mi esposa; realmente me gustó la ropa que seleccionaste, así que no te hagas de rogar y cumplí con tu palabra”.

Ante la insistencia de Armando y dispuesta a intentar ser suya de una buena vez, le dije “mira Armando, te modelo la ropita de mi mujer, pero con dos condiciones, una, que esto solo quede entre nosotros dos como un secreto llevado hasta la muerte y dos, que desistas de salir a estas horas de la noche a satisfacer tus deseos carnales y si queres mejor mastúrbate viéndome a mi y pensando que soy una de esas putas que te estaban toqueteando todo el paquete” y su respuesta sencillamente fue “está bien mamacita, pero no respondo por lo que vaya a suceder cuando ya estés vestida, así que apúrate”.


Las últimas palabras pronunciadas por Armando, me gustaron y levantaron mi estado de ánimo para intentar ser suya desde el primer día en que habíamos arribado a México y el solo hecho de pensar que toda esa semana podría ser su mujer y atenderlo como tal, sinceramente me llenó de emoción.  Le dije “ponte cómodo que ya salgo”, le quite el saco y la corbata y le desabroche el cinturón y le dije “para que no digas que no te atiendo”.

Agarré la bolsa de la ropa comprada y los zapatos y me metí al baño, con mucha delicadeza tome un hilo dental color negro que hacia juego con uno de los baby doll  comprado y me puse ambas piezas, me puse las medias y el porta ligas, lo cual al verme en el gran espejo del baño, realmente me veía bien zorra. Saque los zapatos de plataforma y me los puse. No es por nada pero me veía divina.

Bastante nerviosa, salí del baño y rogando que lo que estuviera por suceder, no fuera a ser causa de problemas tanto de mi relación laboral, de mi hogar y las demás repercusiones de salir del closet.

Al salir, le dije a Armando “vaya niño, aquí estoy”,  y me di media vuelta para que me viera completamente. Armando me dijo “wow, que linda te vez vestida de niña” y al acercármele, me dio una nalgada a la cual le dije “hay grosero”, me le retire y caminando como toda una dama, le dejé mostrar mis nalgas, ya que el baby doll me quedaba super corto y era abierto de la parte de atrás, por lo que mis nalgas quedan completamente al desnudo. Cuando me voltee para retorna hacía él, Armando se estaba acariciando el paquete, me le acerque y le dije “está bien así o quieres que siga”, él me respondió “Ricardo, por favor, enfríame esta calentura que tengo, quédate así y pórtate como las putas del antro, yo se que te gusta esto”.

Me le acerque y me senté en sus piernas y le dije “espero hacerte disfrutar de ahora en adelante, si quieres una puta, la tendrás”, le saque la verga y comencé a acariciársela, se la tuve acariciando unos segundos hasta que me pidió que se la chupara. Me senté a su lado y le quite el pantalón, luego el bóxer y su verga quedo completamente a mi disposición. Bese su glande, grueso, carnoso y me la trague toda la verga hasta la mitad, pasaba mi lengua por todo su tronco y Armando solo acariciaba mi cabeza y luego me dijo que me pusiera en una posición que le permitiera acariciar mis nalgas, lo cual hice y en lo que me comía sus huevos, él me acariciaba mi ano y comenzó a meterme un dedo, lo sacaba y lo metía y cuando de repente ya tenía dos dedos acariciando mis entrañas.

Armando me dijo que me quería penetrar, que lo complaciera. Me senté en su pija y me hice de lado mi hilo dental y al estar su verga completamente dura, me facilito que al irme sentando sobre ella, se fuera introduciendo fácilmente en mi ano, el cual ya estaba dilatado producto de los dedos traviesos de mi Armando. Cuando la verga estaba totalmente adentro, comencé a moverme como si fuera un helicóptero en pleno aterrizaje. Armando gemía de placer y luego comencé un sube y baja sacándome la verga totalmente para inmediatamente introducírmela hasta el tope, movimiento con el cual Armando no soportó más y me tiro un gran chorro de semen que se depósito en el fondo de mis entrañas y que al quedarme quieto, se comenzó a salir. Me levanté y con cariño le limpie la verga para luego darle un par de chupetazos y decirle “Espero que estés complacido y me cumplas la palabra que lo que hoy ha pasado no lo sabrá nadie”, él solo me respondió “ya te dije mi amor que no tengas miedo, es más vamos a dormir juntos esta noche y si lo deseas, serás mi putita durante toda la semana, ya no tenes que esconderme tus bajos instintos para conmigo”. En respuesta le di un beso en la boca, jugamos con nuestras lenguas y le dije que “si, que quería ser suya y desde tiempo lo deseada, que esa semana me le entregaría en cuerpo y alma”.

Nos acostamos los dos en la misma cama, yo me quede con mi ropita y solo me quite las medias y la porta ligas. Debo confesar que al acostarnos juntos, me asaltó la duda de lo que ya en su pleno  juicio haría Armando; sin embargo para no llevarle la contraria nos acostamos y yo me puse de lado ofreciéndole mis nalgas, él me abrazó y como estaba completamente desnudo, su pija se la acomodó entre mis nalgas y al rato roncaba como un bebé. Igualmente y ya pasadas la una de la mañana me quede dormida sin darle mucha vuelta a lo que podría pasar al despertar.

Para mi sorpresa y ya tipo 9 de la mañana, Armando me despertó y acariciándome las nalgas me dijo “vaya mi amor, vamos a bañarnos para irnos a dar una vuelta y no desperdiciar nuestro primer domingo”; yo emocionadísima le dije “lo que tu ordenes papi, me meto al baño y luego entras tu”, a lo que Armando me reprocho diciéndome “haaa te quieres bañar solita”, lo abrace ya segura de lo que hacía y le dije “no tonto, te estaba probando”, le acaricie la verga y le dije “vente, quiero comerme este plátano de desayuno”.

Me quite mi baby doll y le dije, eso sí, primero haré mis necesidades y luego tu y nos metemos a la regadera. Al rato, ambos nos metimos a la ducha, yo lo empecé a acariciar, lo enjabone, limpie sus partes nobles y viendo que su pene se estaba poniendo duro, me agache a mamárselo, lo chupaba, lo besaba, me metía solo su glande y lo succionaba, pasaba mi lengua como si fuera un rico sorbete, al rato él me levantó y me puso de espaldas y apoyé mis manos sobre la pared, él levanto mis nalgas y me empezó a culiar, yo ya estaba caliente y le dije que me la metiera, que quería sentirlo adentro mio nuevamente, lo deseaba y quería pertenecerle en todo momento.

Me metió la verga hasta la mitad y luego comenzó a sacarla, hizo eso varias veces, hasta que me dijo “hay te va toda hasta el fondo”, sentí como sus testículos pegaron contra mis nalgas y comencé a moverme, le dije que me acariciara mis tetitas, que eran suyas. Sus manos en cuanto acariciaban mis nalgas, subían a mis tetas, bajaban a mis piernas y cuando sentí sus espasmos en señal de que se iba a correr, apreté mi esfínteres y le dije “papi, lléname de tu leche mi vientre, quiero sentirte mío”. Dejó escapar un gran chorro de semen y en agradecimiento a mi entrega, me regalo un beso que ambos lo gozamos.

Salimos de la ducha, él me secó a mí y yo a él y al disponerme a poner mi ropa, Armando, se acercó a mi y me dijo “cariño, quiero que te pongas una tanga en lugar del bóxer. Lo complací, saque una de las tangas nuevas de color rosa y salimos a desayunar. Luego tomamos un taxi y nos fuimos para el zócalo, ahí pasamos todo el día, entre bromas y cuando nadie nos veía, nos regalamos un beso o nos tomábamos de la mano.


Regresamos ya tarde al hotel, no sin antes pasar a comprar unas cervezas, nos encerramos y de nuevo, hicimos el amor. Se llegó el lunes y realmente fue una semana de trabajo agitada, pero siempre teníamos energías para hacer el amor, claro después de relajarnos con unas cervezas bien heladas J. Me había acostumbrado y casi como una exigencia de Armando, que toda la semana use solo ropa interior femenina y me quedaba así y me ponía mis zapatos de plataforma cuando estábamos ya en la habitación del hotel. El jueves le confesé que quería cumplir con una última fantasía y era que me llevara a una discothec gay y quería ser su chica y bailar abrazados los dos y sentirme segura en sus brazos. Su respuesta fue “veremos si lo hacemos el sábado como nuestra despedida de este bello país.

El viernes, me puse triste porque Armando me dijo que iba a salir solo a dar unas vueltas, que me fuera para el hotel y que no sabría a qué horas iba a llegar. Sin reclamarle absolutamente nada, me fui al hotel pero debo reconocer que me puse celosa de solo pensar que ya no estaba interesada en estar al lado mío y que ese día iba a buscar realmente a una mujer para satisfacerse sexualmente. Llegué al hotel y para calmar mis ansias y hasta cierto punto cólera de celos, me puse a tomar unas cervezas corona, me desnude y solo me quede con mi tanga blanca que andaba ese día.

Ya como a las 7 de la noche que no se veía señas de mi amor, realmente estaba desesperada y a dormirme iba cuando Armando abrió la puerta y al verlo que iba en su sano juicio y con una bolsa en la mano, me le tire a sus hombros, lo abrace y lo besé. No dejo de sorprenderse pero cariñosamente me dijo “sírveme una cerveza y ven con tu maridito que te traigo una sorpresa”. Le dije con cariño “si mi amo, usted ordena y yo obedezco”, me fui a la mini refrigeradora contoneando mi cuerpo, le lleve la cerveza y lo comencé a desvestir para que estuviera cómodo y le dije “hoy quiero mi sorpresa”.

Mi corazón dio un vuelco y se me salieron las lagrimas por haber dudado de mi maridito y haberme puesto celosa porque Armando pensando que no quiso estar conmigo. De la bolsa que traía, sacó un vestido negro confeccionado con una tela que se pega al cuerpo y sumamente minúsculo y también sacó una peluca color café y unos zapatos del mismo color negro con un tacón de unos 4 centímetros, medías negras y me dijo “quiero que mañana mi putita se sienta mi verdadera mujer adonde iremos, de todas maneras acá no nos conoce nadie y podemos ir adonde nosotros queramos y quiero cumplir tu fantasía”, yo le dije “pero amor, no creerás que yo voy a salir así del hotel, me daría mucha pena” y él como siempre con su linda y especial forma de ser me contestó “tranquila mi putita, de acá salimos como los hombrecitos que somos y llegado a la disco, te metes a un baño y te pones bien putita, no me vayas a modelar ahora, porque quiero verte vestida de niña, hasta mañana”.

Esa noche, después de conversar un rato y hacer el sexo en la pequeña sala de la habitación, nos fuimos a dormir como siempre en una sola cama como lo habíamos realizado toda la semana y esa noche dormí abrazada a él y acariciando su pecho y él arrullándome como si de verdad yo fuera su esposa.

Al día siguiente o sea el sábado (un día antes de regresar a El Salvador), comenzamos a tomar unas cervezas como a eso de las 7 de la noche y entre bromas y risas, decíamos que era para agarrar valor de ir a la disco gay y sentirnos en ambiente. Ya a las 10 de la noche, salimos discretamente del hotel y en lugar de tomar un taxi del hotel, salimos a la calzada y tomamos uno que iba pasando. Entramos, nos subimos a la parte trasera del taxi y Armando con toda seguridad y sobriedad le dijo al taxista que si conocía una discoteca gay que no fuera de armar relajos. Solo noté como el taxista nos vio por el retrovisor algo asombrado, pero con naturalidad le respondió “claro jefe, yo lo llevo y le voy a dar mi tarjeta para que cuando se regresen, me llamé para pasarlos a recoger”

Las palabras del joven taxista me dieron mayor confianza y ya habiendo Armando como descubriendo nuestro secreto, puse mi cabeza en su hombro como lo haría cualquier mujer enamorada. Llegamos a la zona rosa y a una discoteca que parecía de muy buen ambiente. Después de despedirnos del taxista y dándole la seguridad de que en vez de llamarle, que mejor llegara por nosotros a eso de las 2 y 30 de la madrugada.

Entramos a la discoteca y fuimos recibidos en la entrada y el caballero que nos atendió, nos preguntó si queríamos un lugar algo reservado, a lo que Armando le dijo que si. El local se veía muy bien decorado, a media luz y estaba a medio llenar. Nos sentamos y le dije al joven que nos atendió si había algún tipo de servicio para dar a guardar paquetes o bolsos y afortunadamente me dijo que sí, que si lo deseaba, le entregará lo que requería resguardo al encargado del bar. Ya más en confianza, me atreví a preguntarle si tenían algún sitio especial para poderme cambiar de ropa y muy sonriente me dijo “no, no tenemos, pero en la zona de los baños, se tiene suficiente espacio para lograr una transformación y se tienen espejos muy grandes para lo que se requiera” y agregó “si gusta me acompaña”. Le dije a Armando que me esperara unos minutos que ya regresaría.

Entré a los baños y ahí si estaba perfectamente iluminado y al ver a 2 travestis más, una cambiándose ropa y la otra terminándose de pintar, me hizo actuar con naturalidad. Saque mi vestido y peluca, pues ya llevaba puesta las medias, el porta ligas y por supuesto el hilo dental. Me puse primeramente los zapatos para luego ponerme el vestido y la peluca. Creo que un poco se me noto la torpeza al vestirme que la chica que recién se acaba de terminar de pintar muy amablemente me dijo “si gustas te maquillo, te notas un tanto nerviosa” a lo que le respondí “realmente si, si estoy un poco nerviosa y es que ando con mi novio y es nuestra primera vez que tenemos esta cita y estamos despidiéndonos de esta bella ciudad”. La chica me dijo “con mucha más razón, déjame hacerte unos retoques para que lo impresiones”.

Cuando Vivian (así se decía llamar mi nueva amiga), termino su trabajo, ni yo misma me lo creía, realmente me veía como una mujer interesante. Le di un abrazo y un beso de mejía y salí. Entregue mi paquete varonil al encargado del bar y me dio una ficha para su posterior reclamo. Al verme Armando, se levantó, me dio un abrazo y me dijo al oído “que linda te vez zorrita, esa es mi putita” y me sobo las nalgas. Me tomó de una mano y me dijo “da una vuelta para observarte completa”, me levantó la mano y como el vestido estaba exageradamente corto, se me vieron las nalgas y terminamos en un abrazo.
En ese momento estaba saliendo una música suave, tipo bolero y sin soltar mi mano, Armando me llevó a la pista de baile y abrazados como toda una pareja, nos pusimos a bailar, yo le eche mis brazos sobre sus hombros y él me agarró de la cintura, estuvimos así y al rato, comenzó a pasar sus labios por mi cuello, morderme las orejas y como todo mundo estaba en lo suyo, llevo sus manos a mis nalgas y me las acariciaba; le dije que quería que vieran que él era mi marido, mi amo y yo su mujer sumisa, que quería que me exhibiera. En respuesta, Armando me subió el vestido, a tal grado que todo mundo podía apreciar mi culo y como él me lo acariciaba. Yo lo besaba como loca, metía mi lengua para jugar con la suya y ya desinhibida, le acariciaba el paquete por sobre el pantalón.

Después de bailar unas 3 piezas, nos fuimos a sentar y ya bien calientes, le saque la verga por debajo del mantel de la mesa y se lo acariciaba, lo sobaba y se la pelaba con movimientos de arriba abajo. Armando me dijo “ya no puedo mas, ponte a chupármela para acabar en tu boca”. Yo como niña obediente y sin importarme nada, me agache y comencé a succionar esa hermosa verga, a los pocos minutos, mi hombre me estaba dejando ir un chorro de semen que fue a parar en toda mi boca y no permití que ni una gota se desperdiciara.


Esa noche y semana fue inolvidable, me sentí realizada como mujer y pude gozar libremente sintiendo hasta lo más profundo de mis entrañas como Armando me poseía con aquel deseo y pasión como si realmente se tratara de su mujer. Llegamos al hotel, tuvimos una noche loca de sexo, me penetro de todas las formas que quiso para terminar con su favorita “armas al hombro”. Al final quedamos exhaustos y nos dormimos.

A la mañana del domingo, casi aún borrachos, nos levantamos a bañar pero por lo tarde que se nos hizo y teníamos que estar en el aeropuerto, salimos a la carrera. Ya en el avión, Armando me tomo de la mano y me dijo “gracias por estos días maravillosos que pasamos juntos, espero que de vez en cuando podamos salir y recordar estos momentos”, yo le dije “papi, pongamos los pies sobre la tierra, yo tengo a mi esposa, tu, la tuya y aparte de eso, podemos cometer alguna imprudencia en el trabajo, por lo que lo mejor y más sano sea que esto lo veamos como una aventura pasajera y sigamos como antes nuestras vidas”. Armando se quedo en silencio, pero la verdad es que aún hoy de vez en cuando y sobre todo cuando él tiene problemas con su esposa, me invita aun par de cervezas para que sea su confidente y pues, casi siempre terminamos enmotelados y me hace el sexo.

Espero les haya gustado esta fantasía y el baby doll usado en esa semana divina, con amor

Vanessa Jazmín.


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